lunes, 23 de marzo de 2009

Tema - La Franqueza del Evangelio

Lectura Biblica: San Lucas 3:7-14

La lectura de este día nos presenta la predicación de Juan el Bautista. Este había sido enviado como el precursor del Cristo con el fin de prepararle un pueblo bien dispuesto. Juan fue el primero en hacer una exposición del evangelio del arrepentimiento, el mismo que continuaría siendo enseñado por el Señor Jesús y, después, por los apóstoles y la iglesia. Este evangelio del arrepentimiento se caracteriza por hacer una presentación sincera del estado espiritual del hombre. Esta sinceridad obliga a que al hombre no se le hable con halagos sino con reprensiones muchas veces no son bien recibidas. Pero, aunque el mensaje resulta algunas veces un tanto duro o acusador, lo cierto es que no hay ningún otro camino de salvación. Bien vale la pena, pues, soportar la palabra de exhortación ya que por su acción seremos salvos de la ira venidera.

1- El evangelio describe con franqueza la naturaleza humana: Cuando Juan inicio su ministerio, se dirigió a las multitudes llamándolas “generación de víboras” (v.7). Tal calificativo no es nada suave ni halagador. Sin embargo, la naturaleza del hombre es tan dada a la perversidad que fácilmente puede ser comparada a una víbora. Es verdad que tal afirmación no podía atraer a muchas personas. No obstante, la finalidad del evangelio no es la de adular a los oyentes, sino mostrarles la verdad tal cual es. La enfermedad espiritual del hombre es larga y difícil de curar, tal enfermedad exige un remedio fuerte. No es bueno halagar a los hombres cuando lo que necesitan es una amonestación. No se debe aplicar nombres suaves a pecados que para Dios son detestables. Aunque la realidad de la perversidad humana es dura de mencionar, no puede el mensaje del evangelio traicionar su sinceridad por un temor excesivo a causar ofensas. El primer paso a un arrepentimiento sincero es la aceptación de nuestra ruina espiritual.

2- El evangelio advierte con franqueza sobre la realidad del infierno: El mensaje de Juan también tenía una mención muy clara de la realidad del infierno y del juicio de Dios. El hablaba del “hacha” de Dios y de los arboles infructíferos que se echarían “en el fuego”. El tema del infierno es un punto que muy pocas veces se predica; se piensa que es un mensaje demasiado golpeado como para enseñarse a los simpatizantes del evangelio. Sin embargo, para Juan, la realidad de un juicio venidero era uno de los primeros elementos que salían a relucir en su predicación. Más tarde, el Señor Jesús, también habría de incluir en sus enseñanzas referencias muy claras sobre el infierno. El hombre nunca huye a menos que advierta una causa real de peligro. Es por esto mismo que la mención del infierno no puede dejarse de lado cuando se intenta hacer una exposición sincera del evangelio.

3- El evangelio demanda con franqueza frutos dignos de arrepentimiento: Otro elemento que es también muy notable en las enseñanzas de Juan es la claridad con que demanda un cambio de vida. Cuando las personas se acercaban para preguntarle: “¿Qué haremos? (vs. 10, 12, 14). Juan no perdía la oportunidad para hacerles ver que Dios no se conformaba con una “intención sincera”, Dios quería un cambio completo de vida. El evangelio no demanda nada menos; el evangelio espera un cambio total de la persona humana. No podemos pretender ser cristianos si seguimos siempre por nuestros propios caminos. Si de verdad anhelamos que Cristo sea nuestro Salvador, debemos venir ante él para preguntarle: ¿Qué haremos? Y debemos estar dispuestos a hacer lo que él nos indique.

Es en vano decir con nuestros labios que nos arrepentimos, si al mismo tiempo no mostramos el arrepentimiento en nuestra manera de vivir. Decir que sentimos pesar de nuestros pecados es mera hipocresía a menos que los abandonemos. Los hechos son la verdadera prueba de que se ha producido el arrepentimiento. Estas palabras quizás resulten demasiado fuertes para algunos, pero, el que desee hacer la voluntad de Dios, sabrá que esta doctrina es del Señor.